Endurece la afrenta
de tanto en martilleo,
escéptico ombligo en la sien,
al aire rama que vuelve
al golpe de sus manos,
endurece la gota insistente,
hay rodillas con ausencia
de los pies y muerden las
piedras, faltando la penitencia,
endurece la suave lluvia,
golpes resuenan eternos,
hay alegrías junto a ti,
prohibido tu nombre,
aquel espacio taciturno
viviendo escondida el aura,
por el silencio suave
que se antepone a la herida,
por las desagradables sorpresas,
las tejedoras manos absortas,
tan estrecho sitio, donde no
hay límites a equivocación,
y con sencilla expresión un
aleteo débil en la atmósfera
de una delicadez imprecisa.
Abraham Guevara
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