Un hombre
Un hombre en harapos,
moviéndose por la
luz del día,
cubierto su cuerpo
en aceites,
resbaloso y liso
escapando,
al frente del
impacto y deslizando,
devorando el tiempo
con premisa,
los carteles
sonriendo y él mustio,
el polvo de la
tierra pintando su piel,
al levantar cuan
aspas sus pies
venció los
días con sus noches,
avance y caminos por
delante,
senderos abiertos
entre malezas,
por las piedras, el
concreto, el vidrio,
adelante sin
descanso, adelante,
con frío, con calor,
con aire, con ardor,
adelante… apartando
el silencio,
gritando voz alta,
al cielo, en oscuro y, claro,
fermentando el agua
descolorida,
en sus ojos llama
encendida, un horizonte,
partiendo en mil
partes su destino,
ahogándose en el mar
seco e hibrido,
siempre ritmo,
adelante siempre,
esfumándose la
distancia, avance ávido,
un halo ya, cansado,
solo un halo,
ya cadencioso, lento,
avance disminuido,
atrapado,
desahogado,
acorralado, cercado
y, atrapado,
caminó y caminó,
exhaló días y, noches,
llegó cansado y
acorralado,
una cama de piedra y,
una correa,
piedra su cuerpo,
abrazó el sueño,
y el sueño le dio
piedad,
después, en el alba
abrió sus ojos,
en desconcierto y
artritis,
en reversa su mente
absorta,
libre amarras, libre
al viento,
sus manos asidas al
cuerpo,
ya en reposo,
sosiego empuñado.
Abraham Guevara
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