Nadie viene.
Aquí nadie vendrá hoy,
platicando en soledad propicia,
llegan recuerdos que no huyeron,
cuantos se fueron, total no hacen falta,
larga cadena,
ha sido remendada muchas veces,
a punto fue que no fuera cadena,
como ojos de gato en la noche,
se delatan y no se huye,
las manos no tienen guantes,
es grande el frío,
no se calienta la piel en el movimiento,
no hay calor para inhalar,
no hay un cuerpo que abrazar,
donde se fueron los altisonantes,
ya no suenan, por escondrijos tal vez,
con pocos ripios sin desperdiciar nada,
cuatro flores una cada mañana,
como bloques, duros y rajados,
cayendo sobre el mueble la viga,
pero el pabellón rodeado de andenes,
ladrillos de mosaicos, vueltas, y
regresar a la puerta, pero no entrar,
la malla mariposa que no pasa,
pero ve sus ojos que no es espejo,
el brillo de la moneda con luz de sol,
le viene a su mano aunque sea de cobre,
su traje blanco de aires penetrante,
aquí nadie viene hoy.
Abraham Guevara.
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