Alejados

Alejados.

Viene llegando un aroma,
qué lejos pasará de mi lado,
en las campanas del metal frío,

la cuerda en sus giros le bambolea,
por el pasillo de ausencias,
se respira el olor de la soledad,
la ventana abierta enseña sus falanges,
ha venido descendiendo del cielo,
la melodía que levantan las almas,
encuadradas fisuras son los límites,
para quienes del otro lado se impone la quietud,
es un ciclo que versa la letra apuntada,
ha sido un calendario petrificado en una fecha,

entiende la mente que no está en su lugar,
un cuaderno de rica ortografía,
desde un buen comienzo se pierde
en las brumas de unas montañas escondidas,
Góngora que martilla su apellido,
clava la espina de su barba en su suave
almohada, haciendo gemir al silencio,
Venicio su escudero le ataja la mano
con que flagela los marcos de la oscuridad,

en el verde día donde las flores limpian lo gris,
vestidos blancos entrelazan sus manos,
y de las copas de los árboles se oyen
estridentes tintineo de muchos pájaros,
y a pesar de esa alegría… hay mutismo,
en los paseos de a dos seres, son
los ojos que fraguan las conversaciones,

en estos pasillos de ausencias, pasea
la danza que serpentea el cuerpo,
y en el techo de lozas de barro
se desliza rápido la briza, goteando
las pieles que suspiran por el visitante,
luego dormitando la tarde, el pasillo
va escondiéndose de las miradas,
alza su tapiz y enrolla su calma,

las ventanas cierran sus puertas,
y,  regresan los huesos a esconderse
en trapos de letras del mutismo,
allá en la mitad de la noche
un sonido expulsado de un petate,
flamea la vela, regresa la calma y,

se esconde la respiración y,

 los cuadros se recogen para

volverse a estructurar al día siguiente.

Abraham Guevara.