El agua en la mitad del cuello,
agua que desespera y no ahoga,
invadidas las intimidades,
una bella dama y sus suspiros,
¡Tanta belleza en un cuerpo y alma!
¡Quejas e insatisfacciones!
¡Humor desconcertante agrio!
belleza bajo la corteza,
cimbrará la recia mano,
por su piel serena. ¿Pero su furia?
Los ojos de sus tacones enfurecen las tablas,
y su falda en abanicos vientos vuela,
y los peldaños de la escalera oye su quejido,
el arte le ama y eros el peligroso,
¡Quien será sublime en su canto!
el aroma de la melodía llegará.
Abraham Guevara
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